Por qué tanto odio hacia el pueblo de Israel


Debemos de tener en cuenta que Dios mismo escogió a Israel como su pueblo y lo escogió por ser el pueblo más insignificante de la tierra con el propósito de mostrar su gloria por medio de él. (Deut. 7:7)

Sus inicios fueron milagrosos ya que sus padres, Abraham y Sara no podían tener hijos a causa de su avanzada edad.

Abraham engendró a Isaac y a su vez Isaac engendró a Jacob. Jacob cuyo nombre fue cambiado por Israel, tuvo 12 hijos los cuales formaron en definitiva el pueblo escogido por Dios.

El pueblo de Israel se formó en la tierra de Canaán, llamada así por sus habitantes los cananeos. En aquellos días no existían las fronteras tal como las conocemos en nuestros tiempos.

La Biblia dice que en los días de Jacob (Israel), sus hijos vendieron a unos mercaderes al a José el hijo mayor de Raquel, la esposa favorita de Jacob. Este debido al don de interpretación de sueños, llegó a ser el segundo después del faraón en tierra de Egipto.

Como gobernador de aquellas tierras tomó sabias decisiones para enfrentar una gran sequía que asolo al mundo de aquel entonces. Por otra parte el padre de José, Jacob y sus hermanos descendieron a Egipto junto a sus descendientes en busca de alimentos, 70 personas en total. (Génesis 46:27)

El pueblo se desarrolló en tierra de Egipto acogido por José y el faraón de aquel entonces.

Posteriormente murió José y el faraón que había conocido a José y ascendió al trono otro faraón que viendo que el pueblo de Israel había crecido bastante en número, los esclavizo.

Moisés fue escogido por Dios para liberar a su pueblo y volverles a la tierra que Él les había dado en los días de Abraham, la tierra de Canaán.

El pueblo se multiplicó en gran número durante los 40 años de peregrinaje por el desierto en dirección a la tierra prometida. Allí, en medio de grandes pruebas y necesidades Dios sometió el temperamento de su pueblo y forjó su carácter.

Empero no fue Moisés quien les introdujo en la tierra prometida, sino Josué y Caleb. Josué tuvo que tomar por la fuerza aquellos territorios que eran habitados por gente pagana e idólatra que sacrificaban a sus hijos haciéndoles pasar por el fuego.

Número 33:52 “echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos;”
Número 33:53 “y echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella; porque yo os la he dado para que sea vuestra propiedad.”

Número 33:55Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.”

Fue Josué quien asignó la tierra conquistada a las 12 tribus de Israel.

Con al pasar del tiempo, aquella tierra fue gobernada por Jueces. Algunos de ellos destacaron por ser grandes líderes y otros, en cambio, llevaron a la nación a un deterioro moral e espiritual.

El último de los Jueces fue un gran siervo de Dios a además era sacerdote y Profeta, él se llamaba Samuel. En esos días los israelitas pidieron tener rey como los demás pueblos de la tierra y se agradaron de Saúl por ser este alto y de hermoso parecer.

De esta forma desecharon a Dios quien les tenía al frente un gran profeta como Samuel, por lo tanto Jehová les permitió tener un rey conforme a corazón de hombre. En Génesis 6:3…”dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre…”

Este rey, Saúl, no se destacó por ser un buen rey sino que desobedeció a Dios, perdonó la vida de los amalecitas, mató a los profetas y ofreció sacrificio que a él no le correspondía hacer, sino al sacerdote de Dios.



Por esta razón Jehová ordenó a su Profeta y sacerdote Samuel que ungiera como Rey de Israel a David. Con David como rey el pueblo fue bendecido y por mandamiento de Dios a través del profeta Gad, David tenía que construir un altar para adorar a Jehová en la era de Arauna un Jebuseo.

Los jebuseos eran una tribu cananea que habitaba la región de Jerusalén, ellos fueron los fundadores de esta ciudad con el nombre de Jebús, en el 3000 a. C y luego con el nombre de Ur-Salem, en el 2500 a. C. De allí proviene el nombre actual de Jerusalén.

David no solo iba a construir un altar, sino que deseaba construir allí un templo para que el tabernáculo de Dios no morase más en tienda. Por esta razón “compro” la era de Arauna, actual lugar donde está Domo de la Roca. Ese lugar por herencia le corresponde al pueblo de Israel como vemos en la siguiente cita Bíblica… 

2 Samuel 24:21 Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese la mortandad del pueblo. 2 Samuel 24:22 Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para leña. 2 Samuel 24:23 Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna al rey: Jehová tu Dios te sea propicio. 2 Samuel 24:24 Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.”

La explanada del templo corresponde a la cima del monte que en la antigüedad se conocía como Moriah. En ese lugar el Patriarca Abraham subió para ofrecer en sacrificio a su hijo Isaac (Génesis 22:2).

Adriano
Fue el emperador Romano Adriano (Publios Aelios Adrianos) quien ordenó destruir Jerusalén  y castigar a los judíos sobrevivientes.

El renombró a Jerusalén con su nombre y como el dios Júpiter Capitolinos—Aelia Capitolina. El entonces le impuso la penalidad de muerte a cualquier judío que entrara en la ciudad.

La denominación de la antigua tierra de Canaán por Palestina, se lo debemos a los romanos… “Hasta el periodo de la ocupación Romana esta área del [Oriente Medio después designada como “Palestina”] fue subdividida en provincias independientes o reinos… pero nunca unida bajo una designación colectiva. La extensión del nombre Palestina más allá de los límites de Filistea apropiadamente no es más vieja que el Periodo Bizantino” (Enciclopedia Británica, edi. 11, Vol. 20, pg. 601).

El término Romano de “Palestina” llegó a la existencia mucho después que las Escrituras habían sido canonizadas. El término “Aelia Capitolina” no duró para Jerusalén, pero “Palestina” si; de alguna forma fue arreglado para que permanezca en la región incluyendo a Judea y sus alrededores.

En el Nuevo Testamento, otros términos denotan los territorios de esa región. Por ejemplo, en Lucas 1:5, Herodes (el Grande) es el Rey de Judea. En Lucas 3:1, encontramos otras referencias: Poncio Pilato gobernador de Judea; Herodes (Antipas), tetrarca de galilea; Felipe, tetrarca de Iturea (noroeste de Judea); y Lisanias, tetrarca de Abilinia (cerca de Iturea). Fíjese que no hay “rey,” “gobernador” o “tetrarca” de Palestina en ningún lugar de las Escrituras—más prueba de que “Palestina” no era un término antiguo.

Israel desde tiempos muy remotos habitó la tierra en donde actualmente mora.

Cuando los primeros hebreos llegaron a Canaán compartieron la tierra pero no se mezclaron, porque era prohibido a la familia de Abraham contraer matrimonio con cananeos. Sin embargo, once de los doce hijos de Jacob tomaron mujeres cananeas (el otro hijo, José, tomó una egipcia), y desde entonces, las Tribus de Israel comenzaron a mezclarse con los habitantes locales. Con el tiempo los cananeos no fueron aniquilados, sino que fueron asimilados por el pueblo de Israel.

En cambio, los “filisteos” de donde el nombre “palestino” ha sido tomado. No son una denominación étnica sino un adjetivo aplicado a ellos: peleshet, del verbo “pelesh”, que significa “secesionistas”, “intrusos” o “invasores”. La patria original del grupo dominante en la federación filistea, o sea los “pelesati”, era la isla de Creta. Estos antiguos que cretenses llegaron al sur de Canaán donde eran conocidos como “pelestim y keretim” por los hebreos y cananeos.

Al pueblo de Israel le fue profetizado desde muy antiguo que serían esparcidos por la faz de la tierra y que ellos por causa de su duro corazón habrían de dar muerte al Pastor de las ovejas (Jesús) quien para entonces faltaban muchos años por nacer, y que luego, en el futuro para quien es oyeron la profecía, ellos serían esparcidos.

Esto aconteció al pie de la letra en el año 70 d.C. cuando el ejército romano al mando del general Tito arrasó Jerusalén y el Templo, despojando de todo lo valioso que allí encontraron (menos el Arca del Pacto).

Desde entonces Israel dejó de ser una nación y fueron perseguidos por cerca de dos milenios. Como excusa, a ellos se les culpaba de la muerte de Cristo como si nosotros estuviésemos excluidos de toda culpabilidad.

El pueblo de Israel en el exilio (diáspora) no perdió su identidad, los descendientes de Judá conservaron las tradiciones en tanto que las otras tribus eran absorbidas por las naciones. Los judíos procuraban no mezclarse con mujer extranjera y enseñar a sus hijos en la Torá, celebraban en privado sus fiestas anuales y preservaron si idioma de generación tras generación.

Kitbuz
Es por ello que el mundo a todos los israelitas los llaman “judíos”. Ellos que durante siglos habían sufrido esclavitud a manos de los egipcios, babilónicos y otros pueblos de la región, se acostumbraron a sufrir necesidad, y por esta razón se esforzaron en prosperar y ahorrar como un medio de subsistencia. Es muy destacable la unidad de ellos como nación, el apoyarse mutuamente, de allí la creación de los kibutz (agrupación).  

El mundo que observa al pueblo judío los ve con envidia y dicen que son avaros, que poseen muchas riquezas, que son gente codiciosa. Pero lo que no ven es que son gente sufrida, gente de esfuerzo, muy inteligente y que han otorgado notables beneficios al mundo en cuanto a la medicina, agricultura, educación y otros productos, de los cuales muchos nos beneficiamos sin saber su origen.

Durante la segunda guerra mundial, ellos pagaron el precio de quitar la vida al Pastor de las ovejas y muchos de ellos fueron muertos en el holocausto nazi. (Lucas 21:22)

Pero las profecías que hablaban del esparcimiento de Israel no concluían allí sino que decían que al cabo (fin) de los tiempos, ellos serían traídos de vuelta desde los confines de la tierra para habitar nuevamente como nación de donde nunca más serían echados fuera... Isaías 11:12 "Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra."

Declaración de Independencia
La historia lo ratifica, la mano del Dios altísimo está a favor de Israel, en mayo de 1948 por decreto de las naciones unidas retornaron a su histórica tierra, presurosamente fueron atacados por los pueblos árabes numerosos en ejércitos y medios bélicos, los cuales fueron derrotados, secuestraron un avión llenos de ciudadanos israelíes, pero los rescataron con una sola perdida de vida humana, conocido esto como el milagroso rescate de Entebbe, posteriormente tuvieron que luchar en la guerra de los seis días en donde volvieron a salir triunfadores conquistando el viejo anhelo de su antigua capital, la ciudad de Jerusalén. 
Rescate de Entebbe

Ese odio contra el pueblo judío en cierta manera es profético, porque llevará a las naciones a levantarse en guerra en el día de Armagedón tratando de justificar lo injustificable. “Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.” (Zacarías 12:3)


El 06 de diciembre de 2017 fue un día histórico para el pueblo de Israel, debido a que la nación más poderosa de la tierra declaró a Jerusalén como la capital histórica del pueblo Judío. Es lógico que se alteren los ánimos contra ella pero esto es profético.

Nosotros creemos fielmente en las profecías bíblicas, por tanto oramos siempre por Israel y tomamos del pacto entre Dios y Abraham, la promesa de una bendición… “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:3); “Pedid por la paz de Jerusalén; Sean prosperados los que te aman.” (Salmos 122:6); “Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza.” (Salmos 137:5); “Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén Como preferente asunto de mi alegría.” (Salmos 137:6)


Pastor José García: Diciembre de 2017