El Buen Samaritano


Siempre que leemos esta parábola vemos en ella la enseñanza del amor hacia el prójimo, pero ¿vemos en su contexto el significado espiritual más allá de la comprensión literal?

Texto Base: Lucas 10:26-37 (Reina Valera 1909)

  • 25  Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? 
  • 26  Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿cómo lees? 
  • 27  Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti mismo. 
  • 28  Y díjole: Bien has respondido: haz esto, y vivirás. 
  • 29  Mas él, queriéndose justificar á sí mismo, dijo á Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 
  • 30  Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem á Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 
  • 31  Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado. 
  • 32  Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado. 
  • 33  Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fué movido á misericordia; 
  • 34  Y llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él. 
  • 35  Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré. 
  • 36  ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones? 
  • 37  Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. 

Desarrollo:

El señor Jesús se encontraba platicando con un doctor en la Ley que vino a tentarle para que demostrara su conocimiento sobre las Escrituras, específicamente de la Ley. Es importante señalar que el término “doctor en la Ley” se refiere al oficio de un “escriba”.

El escriba era una persona que se especializaba en trabajos relacionados con la escritura de documentos. El saber leer y escribir en la antigüedad era un gran privilegio.

Los que se dedicaban a este oficio eran empleados como funcionarios especiales para registrar las crónicas, redactar las cartas y comunicaciones de los reyes y personajes de importancia.

En la época del Señor Jesús se les llamaba también “doctores de la ley” (Luc_5:17), con el tratamiento oficial de rabí o rabino. 

Su función era enseñar las Escrituras y las tradiciones. Por eso el Señor Jesús dijo: “En la cátedra de Moisés se sientan los e. y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo” (Mat_23:2-3). 

Junto con los fariseos, los e. trataban siempre de tomar a Cristo en alguna palabra. Éste los había denunciado como “hipócritas” (Mat_23:13-14Mat_23:15Mat_23:23Mat_23:25Mat_23:27Mat_23:29). Y dijo que sería “entregado a los principales sacerdotes y a los e., y le condenarán a muerte” (Mat_20:18).

La pregunta formulada por el escriba fue: ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?

El Señor Jesús no le respondió de inmediato su pregunta, dando lugar para que el escriba descubra lo que tenía en mente, le contestó con otra pregunta: ¿Qué está escrito de la ley? ¿cómo lees?

Al encontrarnos nosotros en una situación semejante, no debemos ser presurosos en contestar, sino que prestos para oír: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;” (Santiago 1:19)

Fue el escriba quien declaró lo que traía en su corazón y queriendo justificarse como un conocedor de la Ley dijo: ¿Y quién es mi prójimo?

La palabra prójimo viene en este caso, del griego «hoplêsion», «uno cercano», Mat_5:43Mat_19:19Luc_10:27Luc_10:29Luc_10:36, etc.). La concepción de los judíos, les obligaba a una serie de deberes hacia aquellos que le eran cercanos, no físicamente, sino en virtud de la común descendencia en el seno del pueblo elegido. 

En el NT el Señor Jesucristo amplió el concepto de prójimo. A la pregunta de un intérprete de la Ley: « ¿Y quién es mi prójimo?», el Señor respondió con la parábola del buen samaritano. En ella el Señor muestra cómo sus discípulos deben buscar hacer el bien a todos aquellos a los que pueda prestar su ayuda (Luc_10:25-37). 

El apóstol Pablo expresa sucintamente este principio para los cristianos: «Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gál_6:10). De esta forma se amplía el círculo del «prójimo». (Diccionario Vila-Escuain)

Para responder a la pregunta del escriba, el Señor Jesucristo le relata una parábola donde el tema central, está relacionado con un hombre que cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 

El hombre de nuestros días, en su estado espiritual, es un hombre caído, derrotado y despojado. El ladrón, Satanás, nos había despojado por medio de los vicios de nuestra familia y salud, en algunos fue una pasión desenfrenada la que les produjo infelicidad y les arrebató la paz, en otros fue la avaricia la que causó estragos en sus vidas. 

“El LADRÓN no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”(Juan 10:10).

Este ladrón que despojó y sigue despojando, sembró la incredulidad en los hombres, comenzando en el Edén hasta el tiempo presente. Por esta causa muchos podrán afirmar luego del juicio final, “a mí me robó la vida eterna". 

Al igual que el hombre asaltado de la parábola, nos encontrábamos “medio muerto”.

La Biblia nos enseña que la muerte física es la separación del espíritu y el cuerpo (Santiago 2:26). Pero hay también una muerte mucho peor que la física, que es la muerte espiritual. Esta es la separación del alma, de la presencia de Dios. 

El hombre o la mujer están a causa de su pecado ausentes y separados de Dios y por consiguiente, muertos espiritualmente. Por eso el hombre está medio muerto, porque aunque físicamente vive, espiritualmente está muerto.

“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:26)

Luego continua el relato diciendo que un sacerdote pasó por allí, y que a pesar de ver al hombre en esas condiciones, se hizo a un lado y siguió su camino. (vers. 31)

El sacerdote  es una persona debidamente consagrada para ministrar en cosas sagradas como mediador entre el hombre y Dios, y para ofrecer sacrificios por los pecados de los hombres (Hebreos 5:1; 8:1-3).

Como podemos ver, el sacerdote, conocedor de la Palabra de Dios y llamado a interceder a favor de los hombres ante Dios, se hizo a un lado no socorriendo a la víctima, menos mostrando amor hacia ella.

En el mundo existen muchos pastores que son el equivalente de los sacerdotes del A.T., no se hacen mayores problemas, siguen de largo… 

“Más el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.” (Juan 10:12)

Posteriormente lo mismo aconteció con un levita (vers. 32). Los levitas son los descendientes de Leví (asociado a Él), estaban dedicados al servicio del templo y tenían un grado inferior al sacerdote.

Eran de la clase erudita de aquella época. Ellos conocían la ley y la enseñaban al pueblo. Así es la ciencia. Da cátedras de muchas materias, pronuncia grandes teorías y opina sobre todos los temas. Pero frente al problema espiritual del hombre caído, nada puede hacer. 

Tanto el sacerdote como el levita tenían el deber moral y la responsabilidad de acudir en ayuda del necesitado, pero no lo hicieron. “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” (Gálatas 6:9)

El sacerdote y el levita tipifican la antigua ley. 

Pero he aquí que un samaritano, se acercó ¡y no pasó de largo! ¡Qué gran figura es esta de Jesús!, Aquel que nos vio de lejos, medio muertos por el pecado, despojados y abandonados. Pero aun sin saberlo, había esperanza para nosotros en un Samaritano, el cual fue movido a misericordia. Jesús se conmueve al ver nuestra necesidad, debilidad e impotencia, ¡Cristo te ama!

Los samaritanos eran rechazados por los judíos debido  a sus creencias religiosas más liberales. Los samaritanos al regresar del exilio se mezclaron con otras razas lo que fue motivo de escándalo para los habitantes de Judá, quienes dejaron de considerarlos como judíos auténticos. 

En el tiempo de Jesús, las relaciones entre judíos y samaritanos eran tensas y conflictivas, llegando hasta el odio y la intolerancia en muchas ocasiones.

Así como los judíos rechazaban a los samaritanos, Jesús también fue rechazado por ellos… “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” (Juan 1:11). Jesús también se mezcló con otras razas; con los gentiles.

Este Samaritano que socorrió al hombre herido, es figura de nuestro Señor Jesucristo quién viéndonos “muertos en nuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1), acude con prontitud en nuestro auxilio, y al igual que al hombre de la parábola, unge nuestras heridas con aceite y vino.

En el A.T. se empleaba el aceite entre otros usos, para la purificación de los leprosos, y para la sanidad de los enfermos. Isaías 1:6 dice: "Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite". 

Con estas palabras, el profeta hace un diagnóstico de la realidad de Israel en sus días. Ellos están llenos de heridas y llagas, están totalmente enfermos. No ha habido aceite para curar las enfermedades de su piel.

El aceite es figura del Espíritu Santo que sale a nuestro encuentro en un momento inesperado, sin que nadie le llame, cuando producto de nuestras aflicciones nos encontramos “medio muertos”. 

El viene a suavizar el dolor de nuestras heridas, es el Santo Consolador de nuestros quebrantos. Viene a purificarnos de la lepra del pecado que nos mantiene condenados a  muerte.

Y no solo nos llena de esperanza, sino que limpia nuestras heridas con vino. El vino debido al alcohol que contiene, era usado para limpiar y desinfectar las heridas, siendo una figura de la sangre de Cristo, la cual nos limpia y  “desinfecta” de las influencias del pecado.

Luego de prestar el oportuno socorro, este Samaritano (figura de Jesús), le llevó al mesón. El mesón era un  albergue, un lugar destinado “para los caminantes”, era un refugio destinado para personas y animales. El viajero extendía su capa sobre el suelo, y se envolvía en su manto, que le servía de colchón y de cubierta. Él mismo tenía que procurarse su comida y el alimento para sus animales. (Diccionario Vila-Escuain)

Fue el Samaritano quien cuidó de él cuando lo llevó al mesón. Y al otro día al partir, dio dos denarios “al huésped”. En la versión Reina Valera 1960, está bien traducida la palabra huésped como “mesonero” pandojeús (guardián de una posada)

En el sentido espiritual, el Señor Jesús nos carga cual oveja herida, y nos deja al cuidado de un mesonero (Pastor). Al Pastor le comisiona el cuidado de la oveja y para ello le proporciona dos denarios, es decir, le provee de los dones espirituales suficientes para llevar a cabo el encargo.

¿Por qué dos denarios y no tres?

El denario era el salario diario de un jornalero, por lo tanto dos denarios es para cubrir las necesidades de dos días, y si mil años son como un día para el Señor (2 Pedro 3:8Salmos 90:4), a su regreso, pasado dos mil años, el Señor trae el pago, y si tardare (todo lo que de más gastares) a su regreso lo pagará. El Señor no retarda su promesa… (2 Pedro 3:9)

Conclusión:

Hay mucha gente que viene herida y golpeada de las calles en busca de ayuda. Esto es una gran bendición para los pastores que no son asalariados, y que se esmeran en cuidar a las ovejas como si fueran suyas; de cierto que no quedarán sin recompensa. Debemos por lo tanto mantener “… firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos 10:23)

Han transcurrido dos mil años, y desde hace rato hemos estado viviendo “como en los días de Noé”, y desde hace algunos años, “como en los días de Lot” caracterizado por el desenfreno sexual… “como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.” (Judas 1:7)

Estamos muy pronto para recibir al Esposo de la verdadera iglesia, “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.” (Apocalipsis 2:16

Bendiciones.

Pastor José, 11 de abril de 2014.-