Dar para Recibir


Muchos se lamentan de la “mala suerte”, que no tienen un buen trabajo, que padecen necesidad, que la mayor parte del tiempo viven endeudados, que el dinero apenas les alcanza para vivir, etc. etc.



¿Cuál podrá ser la razón para tanta calamidad?

La respuesta la encontramos en la Biblia... 2 Cor. 9:6 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”

Dios no quiere un pueblo que se lamente teniéndole a Él. Nuestros lamentos le hacen ver ante los que escuchan, como un Dios pobre que no se compadece de nuestras necesidades, pero en cambio nuestro Dios no es pobre... El profeta Hageo 2:8 señala... “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.”

El cristiano tiene que dar para recibir... “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo (enfaldo de la saya, cosa que recibe otra dentro de sí; saya: ropa exterior o falda de las mujeres; enfaldo: falda recogida); Porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.” Luc. 6:38

Allí radica el secreto, hay que dar para recibir, y al dar hay que hacerlo con contentamiento, con gozo, no nos olvidemos lo que la Biblia dice en 2 Cor 9:7 “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”

Como consecuencia de dar con gozo, el Señor promete abundancia de bendiciones... 2 Cor. 9:10-11 “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera (acción de sembrar, tierra sembrada), y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad (generosidad, desprendimiento), la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.”

El dar ofrenda a los santos, produce para nosotros un fruto de justicia por cuanto estos (los santos) dan acción de gracias a Dios por la misericordia recibida.

2 Cor 8:20 “evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos,”

2 Cor 9:12-13 “Porque la administración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta administración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos;”

Hechos 20:35 “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.”

Hubo un rey que dijo... En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. Salmos 73:2

Salmos 73:7 “Los ojos se les saltan de gordura; Logran con creces los antojos del corazón.”

Salmos 73:12 “He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.”

Salmos 73:16-17 Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, “Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.”

Salmos 73:22 “Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti.” Salmos 73:25 “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”

Salmos 37:25 “Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.”

Amados hermanos, apropiémonos de una bienaventuranza, “hay que dar para recibir”, por lo tanto aumentemos los frutos de nuestra justicia.

El Cerdito del Señor

En una ocasión, un cazador salió a buscar el alimento para el día. Pasó todo el día y llegando la noche no había podido cazar nada. Fue entonces que poniéndose de rodillas pidió a Dios que le proveyera el alimento para su familia. Prometió que de todo lo que El le diera, la mitad sería para ofrendarlo.

No pasaron veinte minutos y la trampa que puso atrapó dos cerditos. El cazador, muy contento comenzó a correr para la casa diciendo "uno para mí y otro para El Señor"

De repente tropieza y uno de los cerdos se le escapa, entonces el cazador exclama con gran voz: "Se fue el cerdito del Señor!"


Paz y gracia sobre todos vosotros en el Señor Jesucristo.


Pastor José García B.

15 de octubre de 2003.-